Diario de una escritora de novela lésbica #35

Por más que lo intente, por mucho que mi propósito sea ese, no puedo escribir una novela con pocos personajes.

No sé qué me pasa, pero no puedo.

Aparecen, sin más.

Yo intento adaptarme a los tiempos, a las tendencias: escribir algo sencillo, chica conoce a chica y se enamora. Pim-pam, novela escrita.

Y cuando me pongo a escribir es como si saliera al campo: empiezan a aparecer setas. Y yo que soy persona curiosa, me agacho a verlas, y me pregunto si serán venenosas o si me servirían para un rissotto.

Ya lo comenté en una ocasión. Me cuesta un horror un horror definir a los personajes principales. De hecho, cambian su personalidad conforme avanzan la novela y me obligan a reescribir los inicios. Pero los personajes secundarios… Esos aparecen y se describen solitos.

No voy a incidir en esto porque ya escribí una entrada, pero sí que le quiero dar una vuelta más a por qué no puedo escribir novelas más sencillas.

Una explicación puede ser que, como conté en una newsletter, siempre me han gustado las historias de muchos personajes. A propósito de la publicación de «La gran sonrisa» hice una reflexión.

Entre las lecturas y las películas hay un género que siempre he disfrutado mucho: el que yo llamo la casa de locos. Novelas juveniles como La Recaraba, tiras como La 13 Rue del Percebe, películas como “Despertando a Ned” o “Las muñecas rusas” eran el tipo de contenido que me marcaba. Historias con muchos personajes con personalidades y pasados muy diferentes uniéndose por un objetiv […] Conecto bastante con esa idea de que somos un todo conectado y vamos alimentándonos de otras personas, de otras experiencias. Nos guste o no.

Soy de las pocas millenials que aún ponen el móvil en horizontal para ver un vídeo. Quizá por eso, Instagram se me de tan mal. Quiero ver todo de la mejor manera posible, más allá de consumir el vídeo como quien se come una golosina.

¿Cuántas veces tenemos que recordar a quien nos va a hacer una foto de grupo o a grabar una celebración que, por favor, ponga el teléfono en horizontal? (Es decir, que antes que en su propia comodidad, piense en los demás: en los que vamos a salir y a ver esas imágenes). El optar siempre y en cualquier situación por tomar fotos y vídeos verticales, incluso cuando no son retratos, implica una indisimulada falta de empatía […] El ‘yo’ es vertical; el ‘nosotros’ es horizontal.

Toño Fraguas. Eldiario.es

Sí, es cierto eso que dicen de que hay que escribir para uno mismo, pero, en mi nada modesta defensa diré que escribo novela lésbica. Y escribir novela lésbica es escribir para un nosotros. Para un nosotras, más bien.

Hay que ampliar el plano. Hay que poner el móvil en horizontal para que aparezcan el mayor número de realidades posibles.

Este tipo de filosofía pop a veces me parece sobreactuada, pero desde luego me sirve para explicarme ciertas partes de mí como persona y como autora.

[Palabras escritas hoy: 1369]

Comparte con cariño este diario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.