Diario de una escritora de novela lésbica #17

¡Bam!

Acaba de aparecer un personaje secundario al que con apenas una escena ya he definido su personalidad (o parte de ella).

¿Por qué no me sale tan fácil con los personajes principales?

Los personajes secundarios son muy agradecidos porque permiten la caricatura, pueden ser exagerados. Irrumpen con fuerza porque saben que deben aprovechar al máximo su momento en la novela. A veces incluso hasta se roban las escenas.

Escribiendo «La gran sonrisa» me pasó con la doctora Clerc, también conocida como Montana. Cuando comencé a escribirla apenas tenía esbozado su personaje. Es lo que pasa con los secundarios, sólo los necesitas para una cosa concreta (agitar al principal), pero mis dedos volaban al describir sus movimientos, sus gestos, su carácter.

Creo que ocurre porque cuando aparece un secundario ya estás metida en la novela, en el ritmo y el tono, y es más sencillo.

Con los protagonistas ocurre lo contrario: Se construyen desde el inicio de la novela, en frío, sin contexto, y por eso, a veces quedan tan sutiles que se corre el riesgo de que se queden sosos.

Pero vaya, como cuando naces. Te lanzan a tu novela donde eres la protagonista y a lo que desarrollas el personaje y te enteras de qué va la trama, la novela ya va casi por la mitad y te das cuenta de que apenas has sido un personaje secundario de tu propia historia.

Si es tu caso, espero que al menos hayas sido un secundario agradecido en las historias de otros protagonistas.

[Palabras escritas hoy: 1113]

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