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Universos alternativos y Mafin
En 1. Mafin y la reparación de los relojes hablé sobre por qué nos gustan tanto los dramas de época, precisamente esos en los que nuestra sexualidad era castigada con más violencia. No sé si hay una narrativa queer (vengo de terminar de leer Queer de William S. Burroughs y me ha convencido de que sí la hay). Desde luego, hay una narrativa hetero donde la historia avanza en línea recta con fines reproductivos.
Las personas queer venimos a romper esa temporalidad lineal.
Siempre lo hemos hecho. Hace poco conocí la historia de amor entre Carmen Conde y Amanda Junquera, dos mujeres casadas que se conocieron y se amaron en la posguerra española llegando a vivir como un «matrimonio bostoniano» en pleno centro de Madrid, en plena dictadura Franquista.
Siempre estuvimos allí, hay un rastro, una prueba testimonial, un “aquí se quisieron Marta y Fina”, o Carmen y Amanda, o Elena y Matilde.
En 2. Mafin, fanfics y la cuarta pared hablé sobre cómo los fanfics rompen la cuarta pared para explorar narrativas lésbicas más allá de lo acotado por la serie, que a veces se nos queda un poco corto.
Vivir en los márgenes es lo que tiene: habitamos un espacio que no siempre tiene suelo firme y donde el riesgo de caer al vacío es constante. Pero, ¿qué pasa cuando, en lugar de caer, aprendemos a flotar, cuando transformamos ese limbo en un espacio de posibilidades infinitas? Los fanfics son un territorio sin amarras, donde podemos inventar otras versiones de nosotras mismas y de nuestras historias.

El corcel blanco con el que escapar
Ahora quiero cerrar el círculo con una de las categorías estrella del fanfiction: los universos alternativos (AU), esos mundos donde Marta y Fina pueden ser dueñas de una cafetería hipster en Malasaña o astronautas en una misión suicida a Marte.
Al principio, no llegaba a entender los AU. Pensaba que sacar a los personajes de su contexto histórico era despojarles de lo que nos había enamorado de ellas: ¿qué sentido tenía? Si lo que nos engancha de estas historias es ver cómo estas mujeres se enfrentan a su tiempo, ¿por qué trasladarlas a una realidad donde ya no luchan contra las mismas barreras?
Obviamente, los AU son una vía de escape y tampoco hay que darle más vueltas. Las historias de época con representación lésbica suelen estar marcadas por el conflicto con el sistema heteropatriarcal, por la amenaza constante de la represión, el castigo o la invisibilización. Sacar a los personajes de ese mundo (con un corcel blanco una noche de tormenta, como diría Marta) y darles un espacio en el presente es una forma de otorgarles la libertad que les fue negada. Es, en cierto modo, un acto de reparación, una forma de reescribir su destino y permitirles vivir sin las cadenas impuestas por su contexto original.
En este sentido, los AU funcionan como una especie de multiverso lésbico de la felicidad: podemos imaginarnos a Mafin en los ochenta siendo una rockera y una periodista musical, o en 2025 como concursantes en un famoso concurso de la tele por el que compiten por el ansiado bote de 1 millón de euros en un enemies to lovers de manual (estoy tirando un montón de ideas por ahí, a ver si las recoge alguien ;))

Amores imposibles… e inevitables
Pero hay otra razón, más poética y existencialista, que explica por qué volvemos una y otra vez a los AU: la idea del destino.
Me confieso una fan absoluta de las películas con saltos en el tiempo. Si además, estos saltos son para encontrarse una y otra vez con la persona amada, me las meto por el culo. Palm Springs, El efecto mariposa, Una cuestión de tiempo son algunos ejemplos. Y los AU juegan con la posibilidad de que algunas conexiones son inevitables. Es decir, que Marta y Fina están predestinadas, independientemente del universo en el que vivan.
Esto refuerza la idea que nos viene rondando desde hace dos post: que no somos una anomalía de un momento específico y un espacio concreto, sino que hemos estado, estamos y estaremos siempre aquí.
Al final, los universos alternativos en los fanfics no son solo un capricho narrativo. Son una manera de desafiar las reglas del tiempo y del espacio, de construir nuestras propias líneas temporales y de reafirmar que, en cualquier universo posible, el amor entre mujeres siempre encontrará la manera de existir.