La catarsis portuguesa

El pasado 19 de febrero publiqué mi quinta novela. ¡Quién me iba a decir hace tres años cuando escribí mi opera prima «Nico, por favor» que iba a llegar hasta aquí! La autopublicación en Amazon me está reportando muchas satisfacciones.

Último atardecer en Lisboa es una carta de amor a la capital portuguesa: Está escrita desde dos puntos de vista que se van alternando, el de Helena, la joven que busca desesperadamente un empleo que le evite pedir ayuda a sus conservadores padres, y Vero, una mujer con una vida perfecta, y conserva el estilo fresco, sexy y divertido de todas mis novelas.

Su escritura fue algo catártica. Necesitaba despejar mi mente, viajar con ella a lugares de mi memoria más bonitos y menos dolorosos. Ahondé en mis recuerdos, rescaté el cliché de la secretaria y el jefe, le cambié el género y le cosí un contexto a un escenario que me enamoró. Era un ejercicio más para mí que pensado en la publicación, pero el resultado me gustó y decidí publicarla.

Aquí os dejo algunos extractos:

Los días que prometían ser difíciles me acordaba de mi abuela. Era una mujer de campo que tuvo la suerte y la desgracia de casarse con un hombre rico. Ella solía decirme que yo era como la bruma del punto de la mañana en invierno: amenazaba con un día frío y desapacible, hasta que el sol tomaba confianza y hacía disipar la niebla. Era su manera poética de decirme lo seca que era en una primera impresión.

Ya era la cuarta vez que la puerta con el león de bronce se cerraba a mis espaldas con la incertidumbre de saber si podría volver a cruzarla algún día con la cabeza alta.

De vez en cuando soltaba alguna gracia para hacerla reír y ella trataba de mantenerse seria por todos los medios. Como resultado, su cara se contorsionaba en una mueca extraña, pero graciosísima. Esa mueca era lo máximo que lograba sacarle.

Bueno, es una reflexión que hago a veces. Pienso que las personas somos como prismas, con varios lados, y siempre hay alguno oculto para algunas personas. ¿Hay una persona que te conozca todas tus caras? ¿Tu madre, por ejemplo? Helena soltó una risotada al oír aquello.

En lugar de dejarme maravillar por las luces de Lisboa reflejándose en la negrura del Tajo, los claroscuros de los tejados de la ciudad y los últimos rayos de sol desapareciendo tras la Almada, me fijé en Helena. Deseaba captar las sensaciones que le provocaba descubrir una de las mejores vistas que yo había presenciado en mi vida desde su mirada.

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3 comentarios

  1. Claro, comprendo la complejidad que ha de implicar el que lo escribieras narrado desde dos puntos de vista, eso en realidad me ha gustado, sólo que luego del viaje a Lisboa me hubiese gustado poder ahondar más en los pensamientos/sentimientos de las protagonistas. Queda claro cómo surgió el vínculo entre ellas el Lisboa con los elementos de la ciudad como metáfora :). Pero luego del viaje me quedé corta, por ejemplo, con la parte en que Helena hace un gesto cariñoso a Vero en la oficina y esta última lo malinterpreta y le responde algo borde como «ahora no» -pensando que era una insinuación sexual- e hizo sentir mal a Helena. Creo que esa hubiese sido la ocasión perfecta para ahondar más en sus sentimientos y de paso poder ver la evolución de una simple química a sentimientos más fuertes.
    De todas formas concuerdo en que si las protagonistas no eran sinceras consigo mismas difícilmente podían serlo con el lector, hasta ahora no lo había pensado así.
    Le daré otra leída más adelante para analizarlo nuevamente.
    Un abrazo!

  2. Hola, Ale!
    Muchas gracias por tu comentario. Has expresado tu opinión de manera perfectamente respetuosa e inteligente, por lo que no ha sido duro para nada. Se agradece un montón 🙂
    Fue un libro complicado de escribir puesto que la narración es desde dos puntos de vista. Es muy interesante lo que dices sobre la profundización de los personajes. Puede que les falte sinceridad con ellas mismas y, por lo tanto, con el lector.
    Traté de usar los elementos de la ciudad para dar a entender los sentimientos de las chicas (el fuego, el puente de abril, la cremosidad del pastel del Belém y, por supuesto, las almejas). No era algo obvio porque ellas no son obvias dado su temor a destapar sus cartas frente a la otra.
    En cuanto al sexo, quería hacer algo diferente a Mar y Bego, puesto que esta relación es, en un principio, más carnal que romántica.
    Tomo nota de tus comentarios para futuras novelas y lamento que no te gustara tanto como las anteriores.
    Es un placer escuchar las opiniones de las lectoras.
    Ah! Y no temas poner tu reseña en Amazon o Goodreads 🙂

  3. Esperaba un espacio para comentar el libro, pero no había visto esto, hasta ahora. Debo decir que estaba bastante emocionada por un nuevo libro tuyo, ya que eres una de mis autoras favoritas del género. He de admitir además, que pre-ordené el libro y lo comencé a leer apenas estuvo en mi Kindle, así que con la mayor sinceridad y respeto posible, esta es mi opinión.
    El argumento resulta interesante y los personajes logran tener su encanto pero no de la manera en que Carla y Nico o Mar.y Bego se te graban en la cabeza. Sé que caer en comparaciones es odioso pero mi punto es que siento que a El último atardecer en Lisboa le faltó desarrollo en los personajes, saber más de ellas. Faltó profundizar en sus sentimientos y pensamiento para establecer un vinculo con los personajes. Las partes de sexo además, se sienten más bien tibias. Recuerdo que en tus otros libros con la descripción de ellas me entraban mariposas en el estomago y se me sonrojaban las mejillas, pero esta vez no ocurrió.
    El libro en general se siente apurado, muy corto, incompleto.
    Sé que quizá es duro de leer pero soy honesta porque sé el talento que tienes y de lo que eres capaz.
    Un abrazo y ojalá leer más cosas tuyas pronto.

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