Fanfic #Barcedes: Capítulo tercero

¿De qué va?

Historia basada en la telenovela «Perdone nuestros pecados», ambientada en el Chile de finales de los 50. Mercedes y Bárbara han confesado su amor por la otra, pero Sofía Quiroga las ha visto en una situación comprometida y las ha amenazado con contar a todo Villa Ruiseñor su relación.

¿Quieres empezar desde el principio?

Bárbara notó que algo no iba bien en Mercedes.

–Hermosa mía, estás temblando.

Le besó en la frente para cerciorarse de que no tenía fiebre.

–Es por mi papá. Me tiene hasta la coronilla con lo de que me busque un marido y forme una familia –dijo Mercedes. Abrazó fuerte a Bárbara hasta que el temblor remitió–. Mi única familia eres tú.

Una corriente recorrió sus cuerpos por toda la espina dorsal hasta la coronilla. A pesar de que no sabían de dónde venía aquello, no mostraron temor.

–Tengo un enguindado en mi pieza –le ofreció Mercedes.

Bárbara dejó caer la cabeza y la miró con escepticismo.

–Tú lo que quieres es llevarme a la cama.

Las dos rieron y la corriente se intensificó. Mercedes tomó la mano de Bárbara y tiró de ella por el salón hasta su habitación. Cerró la puerta cuando las dos estuvieron dentro y empujó a Bárbara contra la pared.

–¿Qué me has hecho, Bárbara, que sólo pienso en tu piel y en tus labios?

–Amarte. Amarte con todo mi ser.

–Pues no dejes de hacerlo –le rogó Mercedes entre beso y beso.

–Así pasen cien años yo jamás me voy a cansar de rozar mis labios por tu piel.

Bárbara hizo carne su verbo y pasó su boca por cada rincón que Mercedes iba dejando al descubierto. La hija del alcalde, liberada ya del peso en su conciencia de las palabras de su padre, desabrochó el vestido de Bárbara y la hizo entrar en la cama.

Jugaron con su piel, sus manos y su boca bajo las sábanas tejidas de incredulidad ante lo que estaban sintiendo. El movimiento de sus caderas acompasaban sus jadeos.

El roce de sus sexos prendió la llama en su pubis. Juntas alcanzaron el cielo. El tiempo parecía haberse detenido. Los aullidos finales se quedaron suspendidos unos segundos en el techo para bajar lentamente de nuevo a sus pulmones en forma de suspiro.

Bárbara y Mercedes quedaron abrazadas, mirándose directamente a sus ojos chisporroteantes.

–Siento envidia de Nicanor, que te tendrá toda la noche para él.

–No, mi amor, no te confundas. Puede que duerma con él, pero mi corazón estará aquí –dijo Bárbara dando palmaditas en el colchón.

Mercedes miró el reloj de su mesilla y, en un parpadeo, pasó una hora.

–Tengo que irme antes de que venga tu papá.

En cuanto Bárbara se levantó de la cama, Mercedes fue directa al hueco que había ocupado su amante para aspirar su aroma.

–Me siento una adolescente –dijo–. Ya te echo de menos.

Bárbara se inclinó sobre la cama y besó los labios de Mechita.

–Y yo a ti. Te amo.

Bajaron las escaleras torpemente. Les resultaba difícil hacerlo mientras no paraban de besarse y acariciarse.

–¿Por qué, Bárbara? ¿Por qué no nos dejan vivir en libertad?

–No lo sé, mi amor. No te des mal con eso. Encontraremos la manera de estar juntas siempre. Te lo prometo.

–Si tan sólo tuviéramos una chispita…

Era noche cerrada cuando Bárbara salió de la casona, pero los ojos de Mercedes le iluminaron el camino para volver sana y salva. El gesto enfadado de Nicanor no auguraba la misma seguridad en su hogar.

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4 comentarios

  1. Hay que ver como adaptas el lenguaje al estilo chileno, me encanta y sí la tempestad vendrá después Pero disfrutemos de este momento. Gracias, un abrazo.

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