Fanfic #Barcedes: Capítulo primero

¿De qué va?

Historia basada en la telenovela «Perdone nuestros pecados», ambientada en el Chile de finales de los 50. Mercedes y Bárbara han confesado su amor por la otra, pero Sofía Quiroga las ha visto en una situación comprometida y las ha amenazado con contar a todo Villa Ruiseñor su relación.

Mercedes seguía con la mirada a una bandada de pájaros en lo alto del cielo. El sol se reflejaba en el plumaje plateado de su pecho y hacía parecer que las nubes tenían perlas. A Bárbara le dio pena sacarla de su ensimismamiento cuando la vio a través del cristal de la puerta. Echó un último vistazo al pasillo y cerró con cuidado. Despacio, se acercó a Mercedes que seguía apoyada junto a la ventana de su despacho y la abrazó por detrás.

–Buenos días, señorita directora –le dijo al oído, instantes antes de darle un beso en el cuello.

Mercedes se llevó una mano al pecho para contener su corazón, que amenazaba con salir preso del sobresalto.

–Bárbara, ¡qué susto!

Se apartó de la ventana por temor a que alguien las viera y, aunque Bárbara seguía buscándole la cintura con sus manos, la directora se refugió tras su mesa.

–Aquí no. Estamos por acabar el año escolar y no me gustaría que nos descubriesen por un descuido.

Bárbara entrelazó sus dedos a la espalda para mostrar obediencia y miró a Mercedes con ternura.

–¿En qué pensabas, hermosa? Estabas como muy fuera de aquí.

Mercedes sonrió y bajó la mirada.

–En el sueño que he tenido esta noche.

–¡Un sueño! ¿Y estaba yo? –preguntó Bárbara con curiosidad.

–Claro que sí –respondió Mechita–. Era un sueño muy bonito. Paseábamos de la mano por la calle y éramos libres y felices.

–¿Paseábamos por Villa Ruiseñor de la mano? –A Bárbara se le escapó una risita nerviosa.

–¡No te rías de mí! –protestó Mercedes.

–No, discúlpame, no me reía de ti. Es que me parece increíble la imaginación que tienes. Cuéntame más de ese sueño. ¿Estábamos bellas?

–Bellísimas. Especialmente tú –comenzó a contar Mercedes–. En realidad, era Villa Ruiseñor, pero no lo era. ¿Cómo explicarlo? –Mercedes tamborileaba con el dedo índice su barbilla mientras miraba al techo en busca de algo de inspiración. Bárbara se derritió ante aquella estampa–. Era el pueblo, pero era muy diferente. Irreconocible.

–¡Y tanto! Si nos dejaban pasear de la mano… –Bárbara sonrió–. ¿Comenzamos las clases?

Mercedes asintió y recogió algunas carpetas que tenía sobre la mesa. Cuando pasó junto a Bárbara le regaló un beso fugaz en la mejilla.

Recorrieron el pasillo instaladas en un celaje esponjoso. Sus tacones resonaban sobre las frías baldosas, pero su corazón ya se había elevado a aquellas nubes con perlas que había visto Mercedes momentos antes. No se miraban, pero sabían que la otra tenía esa misma sensación. El juego de silencios y secretos en el que vivían cada día había conseguido que fueran capaces de comprenderse sin cruzar una sola palabra.

Sólo una persona fue capaz de sacarlas de su pequeño universo.

–Señorita directora. Profesora Bárbara –las saludó Sofía Quiroga con sonrisa maliciosa cuando entraron en el aula.

Bárbara se inclinó sobre Mercedes y le susurró al oído: «Ojalá pudieras llevarme contigo a tus hermosos sueños».

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